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25 años del icono del nuevo Bilbao: El Museo Guggenheim celebra su 25 aniversario

Entrevistamos a Garbiñe Urrutikoetxea Zabala, Directora de Recursos Humanos y Calidad del Museo Guggenheim de Bilbao, y Secretaria de la Junta Directiva de Mutualia.

El Museo Guggenheim se afincó en Bilbao en octubre de 1997. ¿Por qué Bilbao y qué ha supuesto para esta ciudad su creación y andadura a lo largo de estos 25 años?

El Museo nace con el objetivo de contribuir al proceso de regeneración económica del País Vasco. Forma parte de un conjunto de actuaciones iniciadas por diferentes administraciones vascas a finales de la década de los años ochenta que buscaban diversificar la base económica de Bilbao más allá de su industria tradicional, sumida entonces en una profunda crisis, y aspiraban a convertir la ciudad y su área metropolitana en un núcleo de referencia de las regiones del eje atlántico.

En aquel momento la ciudad se encontraba en una situación económica crítica y envuelta en una persistente conflictividad social y Bilbao debía replantearse su futuro. Las iniciativas de modernización de las administraciones públicas fueron vitales para ellos: el metro, el saneamiento de la ría, la regeneración urbanística Abandoibarra…

En este escenario, el Museo fue uno de los proyectos más destacados y polémicos también. Su inauguración en 1997 fue un acontecimiento de repercusión mundial, convirtiéndose en una extraordinaria contribución al mundo del arte y de la arquitectura. Su presencia fue capaz de iniciar con fuerza una transformación profunda de la ciudad y aportó a la población, como ninguna otra iniciativa, enormes dosis de optimismo y esperanza, lo que hizo que se convirtiera en el icono de orgullo de sus habitantes.

Estos 25 años de andadura el Museo ha tenido la virtud de haber mantenido vivos aquellos motivos de orgullo. Más allá de la novedad inicial, del boom que se produjo con la inauguración, el proyecto se ha consolidado como un espacio de arte de primer nivel, presentando una programación que en calidad y alcance está a la altura de las mejores instituciones internacionales.

“Es ya un lugar de visita obligado y Bilbao una ciudad que ha expandido sus atractivos y se muestra al mundo sin complejos, reclamando su merecido lugar en el mapa internacional.”

Hoy en día sería difícil imaginar un Bilbao sin el Guggenheim, no solo porque nos hemos acostumbrado a disponer de una oferta cultural de primer orden, o de sentir que el edificio es parte intrínseca del paisaje de la ría, sino porque nos dejaría casi huérfanos de orgullo y faltos de optimismo.

En la misión del Museo figura la responsabilidad de construir un importante patrimonio cultural y poder acercarlo a la sociedad, ¿cómo orientan su actividad hacia la búsqueda de beneficios para las personas?

Desde su concepción, el Museo ha tenido como fin construir una colección de arte de primer orden y facilitar el acceso del arte a la sociedad.

Por un lado, a través de inversiones paulatinas, se ha logrado reunir un conjunto de 145 obras que si bien es un número todavía modesto debido a la juventud que tiene la colección, conforman ya un grupo de obras de arte moderno de primer orden. Este patrimonio cultural es el gran legado que dejará a las generaciones siguientes para su disfrute y aprendizaje.

Pero más allá del coleccionismo, el Museo tiene el compromiso de acercar el arte y sus valores a la sociedad. Estamos profundamente convencidos de que los valores humanísticos del arte aportan beneficios individuales y sociales, en tanto que nos enseñan a respetar las diferencias, a empatizar con aquello que no comprendemos y a sentirnos más cerca los unos de los otros. En un mundo a veces crispado y conflictivo, el Museo se presenta como espacios de convivencia, de reflexión, propiciadores del pensamiento crítico y del goce.

“Desde el principio hemos tenido muy claro que el visitante debe estar en el centro de la gestión del Museo.”

Los museos aspiran a convertirse en lugares de encuentro, de intercambio, de aprendizaje y de entretenimiento. Ello nos obliga a estar alertas sobre las preferencias de nuestros visitantes; sus gustos y sus necesidades son en nuestra gestión fuentes de información vitales. El público es enormemente heterogéneo y por tanto demanda cosas muy diversas, y no solo en lo que a programación se refiere, sino en todo lo que atañe a la experiencia de la visita, que pasa por ofertarles además de exposiciones atractivas y de gran calidad, un amplio abanico de posibilidades de ocio: productos de tienda, restauración, zonas de relax y socialización…, y cómo no, todo ello de la manera más rápida, accesible y cómoda posible.

“Tal es nuestro interés de escuchar a los visitantes que ponemos a su disposición diferentes canales para que nos transmitan sus opiniones, sus propuestas de mejoras, la valoración de su experiencia… Al hilo de esto, incluso hemos puesto en marcha un proyecto que nos permite conocer los sentimientos que se han suscitado durante la visita y construir colectivamente un mapa emocional.”

¿Responden estas certificaciones a su compromiso con su entorno social y económico?

Es cierto que nos hemos embarcado en muchas certificaciones de diferentes tipos (sistemas de gestión, salud, igualdad y diversidad, promoción del Euskera, de transparencia, sostenibilidad medioambiental…etc.). Pero estas certificaciones no tendrían valor alguno si no respondieran a un convencimiento profundo de que las políticas e iniciativas cuya aplicación exigen son necesarias y beneficiosas para liderar un proyecto de esta naturaleza.

“No es tan importante el número de certificaciones cuanto el grado de compromiso social, económico e incluso ético que nos impulsa a auto imponernos unas reglas de juego exigentes.”

Garbiñe Urrutikoetxea

El objetivo de estas certificaciones, cuya consecución y seguimiento requieren una importante dedicación de recursos y tiempo, no es otro que dotarnos de indicadores y mediciones que nos recuerden que no debemos caer en la complacencia. Nos ayudan a conocernos tal como somos y a identificar el recorrido de mejora que tenemos en diferentes ámbitos dentro de la carrera hacia la excelencia en la que estamos inmersos.  

Somos muy conscientes de que podemos ser vistos como referentes de otras organizaciones en muy diversos campos, y por tanto tenemos el deber de mantener vivo, en continuo desarrollo ese espíritu innovador que nos caracterizó en el origen.

¿Cómo aborda el Museo los retos estratégicos de futuro?

Estamos poco a poco dejando atrás unos años difíciles. La crisis sanitaria y la guerra de Ucrania, por mencionar solo algunos de los acontecimientos socio-políticos críticos de los últimos meses, nos ha dejado meridianamente claro que vivimos en un mundo inestable y globalmente conectado. La incertidumbre y la volatilidad serán ingredientes que habrá que incorporar en la gestión de las organizaciones.

Afortunadamente, 2022 ha sido un año en el que hemos sentido una clara remontada de visitantes que se ha traducido en una gran actividad en el Museo. Esto nos ha traído esperanza y nos devuelve la ilusión en el futuro.

“Creo que afrontaremos los retos de los años venideros con confianza y optimismo, con un compromiso renovado después de los primeros 25 años de andadura del Museo, y sabiendo que como organización deberemos ser flexible, adaptables y ágiles en nuestras respuestas para seguir siendo motor cultural y económico en nuestro entorno.”

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