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Agresividad al volante: ¿por qué?

Conductor agresivo

¿Cuáles son las principales causas de la agresividad al volante? ¿Por qué somos personas agresivas al volante? La mejor forma de intentar contestar a estas preguntas e intentar poner solución al problema será conociéndolo y analizándolo de forma detallada.

Partimos de la base del desarrollo de la conducción y sus tres niveles de actividad:  

  • el nivel de control,  
  • el nivel de maniobra  
  • y el nivel de planificación.  

 

En el buen funcionamiento de estos 3 niveles influyen múltiples variables como la cantidad de información, la calidad de la misma y la personalidad del conductor. Esta última es la que determina las decisiones finales y conductas en la conducción, condicionadas por sus creencias y expectativas.  

Cabe destacar también que el vehículo se convierte en una segunda piel, favoreciendo un grado de aislamiento y anonimato que facilita la expresión de impulsos que de otro modo están inhibidos. Estos impulsos pueden desembocar en conductas agresivas al volante, un factor de riesgo que puede estar relacionado con numerosos accidentes de tráfico. Existen estudios que demuestran que la agresividad no sólo ha sufrido un aumento significativo en los últimos años, sino que puede convertirse en una actitud característica del conductor medio europeo.  

Es importante destacar que el concepto de agresividad en la conducción incluye tanto la expresión verbal como la física, así como el propio uso del vehículo. 

Para valorar el efecto de esta actitud agresiva es necesario comprender los factores que la producen e intensifican, distinguiendo los que dependen de la persona conductora denominados factores internos o de las circunstancias externas concretas sobre las que no existe capacidad de control denominados factores externos 

Factores internos: Dentro de estos factores podemos distinguir varios:  

  • Estado emocional y personalidad: algunas personas, en función de determinados rasgos de personalidad y épocas de la vida, son más susceptibles que otras a sufrir accidentes de tráfico, por eso se habla de “predisposición al accidente”. En este sentido, las personas con más tendencia a comportarse de forma agresiva interpretarán con más facilidad la conducta de otros como una amenaza. 

 

  • Atribuciones: la interpretación que se haga de las distintas situaciones en la carretera es determinante para la posterior reacción. Por eso es fundamental tener en cuenta que no siempre estas atribuciones son correctas y así reducir el nivel de hostilidad.
  • Falta de empatía: la empatía es un factor decisivo en la prevención de conflictos viales. Además de fomentar una conducción más eficaz, favorece la anticipación a los movimientos de otros usuarios haciendo una gestión positiva de las situaciones al facilitar las acciones de los demás. 
  • Sensación de impunidad y anonimato: el anonimato que produce la conducción permite que afloren los instintos primarios y favorece que no se repriman ciertos impulsos que en ámbitos diferentes a la conducción se controlan. 

 

Factores externos: los factores externos relacionados con la agresividad en la conducción contemplan las circunstancias que no pueden controlarse, principalmente el tráfico, la prisa, la falta de aparcamiento, el ruido ambiental y una temperatura inadecuada. Más de la mitad de los conductores modifican su estilo de conducción por esto, son situaciones que generan un nivel de frustración que con mucha probabilidad evoluciona a una actitud más agresiva.  

Consecuencias: 

Las actitudes agresivas multiplican el riesgo de sufrir un accidente con víctimas. El comportamiento de la persona conductora está dirigida por una serie de motivaciones personales, y las elecciones que realiza son más determinantes que las características concretas de la tarea de conducción. 

Teniendo en cuenta todo lo anterior y aunque las circunstancias en cada caso son únicas existen una serie de consejos para favorecer un mayor control de la agresividad y así reducir los riesgos asociados.  

 

  1. Adoptar conciencia plena en la conducción focalizando la atención en nuestra conducta.
  2. Ajustar al máximo todos los factores que se pueden controlar (posibles atascos, tensiones dentro del vehículo, ruido, temperatura,…).
  3. Ser consciente de que el nivel de ira está aumentando y aplicar técnicas de respiración o relajación para poder controlarlo.
  4. No hacer juicios de las circunstancias del resto de conductores. Trabajar la tolerancia al volante disminuirá el nivel de frustración. 
  5. Respetar las normas de conducción: haciéndolo no solo evitarás accidentes, también mantendrás controlada la hostilidad. 

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