En 2020 comenzó la crisis del Covid-19. Ello nos ha obligado tanto a empresas como a sus profesionales a adaptar los procedimientos de trabajo a una realidad hasta entonces desconocida, cambiante y llena de incertidumbres.
En este periodo, desde la Asesoría de Prevención de Mutualia, hemos intentado aportar herramientas y conocimientos en esta materia a los trabajadores de nuestras empresas asociadas.
Siguiendo esta línea, hemos charlado con D. Javier Ballester, catedrático del Área de Mecánica de Fluidos de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza es un prestigioso investigador y co-autor de la guía sobre la ventilación en lugares cerrados.
¿Qué relación hay entre el Covid y los aerosoles?
Una persona contagiada de Covid-19 puede transmitir la enfermedad por medio de virus contenidos en gotitas que se generan al respirar, hablar, toser, etc. Esas gotitas tienen un rango de tamaños muy amplio, desde algunas décimas de micras (en un mm hay 1000 micras) hasta incluso por encima del milímetro. Se suele denominar aerosoles a las gotitas con tamaños por debajo de 100 micras (una décima de mm), porque son tan pequeñas que pueden permanecer mucho tiempo en suspensión en el aire. Por ejemplo, una gotita de 10 micras tardaría en caer al suelo más de 8 minutos.
Esto hace que los aerosoles queden suspendidos en el aire y puedan moverse por toda una habitación, de manera que cualquier persona podría llegar a respirar aerosoles con virus que podría haber exhalado una persona contagiada que se encuentre en el mismo recinto. Si entendemos esta idea, podremos razonar perfectamente cuáles son las medidas más adecuadas para protegernos en espacios interiores: mantener la distancia, usar mascarilla y ventilar con aire exterior.
¿Cuál debe ser la ventilación ideal en un espacio interior?
Si no ventilamos, se acumula en la habitación el aire respirado por otras personas. Esto incluye los aerosoles que se han exhalado, los cuales podrían contener virus si hubiera alguna persona contagiada. La ventilación con aire exterior consigue renovar la atmósfera de la habitación, introduciendo aire libre de virus y evacuando el aire contaminado con la respiración de los ocupantes. Con una ventilación suficiente se conseguirá reducir mucho la cantidad de aire ya respirado por otras personas y, por tanto, el riesgo de contagio.
¿Cómo podemos conocer si un espacio interior está bien ventilado?
En principio, deberíamos medir la cantidad de aire de aire exterior que entra por las ventanas o, en caso de ventilación centralizada, por los difusores del techo. Esto es muy difícil, pero por suerte existe una forma sencilla y fiable de conocer si la ventilación es suficiente: medir la concentración de CO2. Al respirar emitimos dióxido de carbono (CO2), de manera que el nivel de CO2 que hay en la habitación es una indicación directa de cuánto del aire ya ha sido respirado y, por tanto, de la presencia de aerosoles potencialmente infecciosos. Mientras que medir la cantidad de aerosoles es muy difícil y requiere equipos especializados, existen equipos fiables y de bajo coste que podemos utilizar para medir la concentración de CO2.
Debe aclararse que el dióxido de carbono no es un gas tóxico (salvo en muy altas concentraciones), sino que simplemente se utiliza para conocer el nivel de contaminación del aire debido a la respiración de las personas. En la naturaleza, el nivel de CO2 se sitúa en unas 420 ppm (partes por millón), de manera que este valor indicaría que el aire está totalmente limpio. Si en una habitación medimos una concentración de 2000 ppm, quiere decir que aproximadamente el 4% del aire ya ha sido respirado por los ocupantes; esto supone un nivel de riesgo excesivo, si hubiera alguna persona contagiada. La recomendación es ventilar con aire exterior en cantidad suficiente para mantener la concentración de CO2 por debajo de 700 ppm.
Esto equivale a una presencia de aire ya respirado de aproximadamente un 0.7%, que no implica un riesgo nulo, pero es muy inferior al que habría sin ventilación. Además, se puede comprobar que incluso con ventilación natural, casi siempre se puede conseguir respetar el límite de 700 ppm con cierta facilidad, simplemente abriendo parcialmente las ventanas.
¿Cómo funcionan los medidores de CO2?
Para la medida de CO2 se recomienda siempre utilizar los sensores de tipo NDIR (infrarrojo no dispersivo), que permiten obtener una medida fiable por un coste de 100-150 €. Existen también equipos con sensores electroquímicos, algo más baratos, pero no se ha aconseja su uso porque han demostrado ser menos fiables. Un sensor de tipo NDIR se basa en el hecho de que los gases tienen la capacidad de absorber luz, en longitudes de onda que son específicas para cada tipo de gas. Al entrar el aire de la habitación al interior del sensor, atraviesa un tubito en el que hay un emisor de luz en un extremo y un detector de luz en el extremo opuesto. Cuanta menor intensidad de luz recibe este último, quiere decir que hay mayor concentración de CO2 en el aire. Con la calibración adecuada, estos medidores pueden utilizarse de forma fiable para conocer y ajustar el nivel de ventilación en espacios interiores.
Eso sí, es importante situarlos en zonas donde la medida sea representativa del aire de la habitación. En particular, debe colocarse lejos de las entradas de aire (ventanas, puertas, difusores del techo) y también de las personas, puesto que en el aire que exhalamos la concentración de CO2 es muy superior a la que hay en el ambiente y nos daría una medida errónea.
Últimamente nos llegan noticias contradictorias sobre el tipo de mascarilla a utilizar.¿Cuál es la mascarilla idónea y cómo se debe utilizar?
Una mascarilla es un filtro que, si funciona adecuadamente, es capaz de retener un alto porcentaje de los aerosoles que podrían contener virus. El funcionamiento correcto depende sobre todo de dos factores: el material de la propia mascarilla y la colocación.
Si el cierre entre la mascarilla y la cara fuera perfecto, la eficacia de retención de aerosoles depende del material. Las FFP2 tienen una eficacia muy elevada: el mínimo es un 94% para aerosoles de unas décimas de micra, y se acerca al 100% tanto por debajo de una décima de micra como por encima de una micra. Las quirúrgicas tienen una eficacia inferior (aproximadamente 60-70% en las décimas de micra, que sube al 95% para unas pocas micras), aunque si se colocan correctamente también pueden brindar una protección adecuada en situaciones en las que el riesgo no es muy elevado.
Pero el comportamiento real es muy diferente en función de cómo nos colocamos la mascarilla. El ajuste nunca es perfecto, por lo que una parte del aire entra sin ningún tipo de filtrado. Es suficiente una pequeña holgura para que la mitad del aire (o más) entre por esos huecos, lo que reduce la eficacia de filtrado a la mitad (o menos). Por eso, tan importante como el tipo de mascarilla es la calidad del ajuste. Al colocarla, debemos asegurarnos de que no quedan huecos, sobre todo en zonas donde suele haber un pero ajuste, como la nariz o las mejillas. Aparte de comprobarlo al tacto, si al inspirar no se deforma la mascarilla, quiere decir que el aire está entrando sin filtrar. Aparte de que poseen una peor eficacia de filtrado, un inconveniente de las mascarillas quirúrgicas es que suelen ajustar peor que, por ejemplo, las FFP2. Existen también accesorios que pueden colocarse sobre la mascarilla y ayuda a cerrar el contorno.
Es importante asegurar que la mascarilla proporciona una buena protección sobre todo en situaciones de mayor riesgo: lugares más concurridos, peor ventilados, con menor distancia interpersonal o donde vayamos a pasar más tiempo. Es en estas ocasiones donde es más necesario el esfuerzo en elegir una mascarilla de alta eficacia (FFP2) y asegurar un buen ajuste.
Por otra parte, Javier participó el pasado 24 de marzo en el seminario organizado por Mutuallia «Aerosoles y covid-19». La jornada nos permitió conocer los fundamentos y las principales medidas de prevención frente a la transmisión aérea de Covid-19. Javier nos ayudó a comprender la necesidad y eficacia de los distintos sistemas de ventilación como recurso muy eficaz en diferentes espacios interiores, la eliminación de aerosoles mediante filtración centralizada o portátil, así como el uso y características actualizadas de las mascarillas como recurso esencial para evitar la trasmisión.
Por si te lo perdiste, te invitamos a ver el video de la jornada.
