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LA CONDUCCIÓN EN DICIEMBRE

Un año más llega el mes de diciembre y todo lo que conlleva; cenas, comidas, reuniones de empresa o con amigos y un largo y sabido etcétera. No olvidemos que se trata de lo días más cortos y noches más largas del año, por lo tanto, se trata de una época del año en la que conducir entraña más riesgos.

Muchas más horas de conducción nocturna y ambiente festivo puede ser un cóctel muy peligroso y por desgracia los datos avalan esta tesis.

En España, entre 2013 y 2023, se registraron más de 276.000 accidentes nocturnos, con más de 6.500 fallecidos, destacando la alta letalidad de estos accidentes que registran un 55% más de fallecidos que los diurnos. Además, debemos poner en relieve que el número de accidentes nocturnos ha aumentado un 24% en los últimos 10 años. ¿Cómo es posible? Según un estudio detallado de la DGT se debe al denominado “efecto rebote” tras la pandemia. La euforia que supuso salir de nuevo a la calle incrementó el consumo de alcohol y drogas y las multas por exceso de velocidad.

Todos estos datos reflejan una preocupante realidad, que se ve aumentada en épocas como el mes de diciembre. ¿Qué soluciones podemos aportar cada uno de nosotros? A parte de desarrollar una mayor sensibilidad para con las normas de circulación y ser más respetuosos con los valores de la Seguridad Vial, debemos ser conscientes de una realidad fisiológica irrefutable, nuestro cerebro es enemigo de conducir de noche.

Al conducir de noche obligamos a nuestro cerebro a trabajar en condiciones más complejas como la falta de luz, el cansancio…etc., y nos expone a escenarios que están detrás de muchos accidentes.

Veamos los ejemplos más comunes.

Hipnosis de la carretera: no hay nada más monótono que conducir de noche debido a la falta de estímulos visuales que hace los entornos muy similares durante la conducción. El cerebro se ralentiza y como consecuencia de ello muchos son los conductores que “desconectan” y circulan durante un determinado espacio de tiempo de manera inconsciente. El problema surge cuando aparece un estímulo imprevisto y tenemos que pasar de ese piloto automático a una conducción activa donde se puede producir un accidente.

Fatiga y microsueños: si estamos fatigados, el tiempo de reacción aumenta y el cerebro puede tomar decisiones equivocadas. Esta pérdida de capacidad se produce de forma paulatina. Podemos no ser conscientes hasta encontrarnos con una situación peligrosa.

Los microsueños suelen durar unos 6 segundos sin que seamos conscientes. A una velocidad de 120 km/h. un parpadeo de 2 segundos supone recorrer una distancia de dos campos de futbol sin control.

En conclusión, el ojo humano no está preparado para la visión nocturna y perdemos un 20% de nuestro campo de visión. Nuestro cerebro es poco amigo de conducir de noche como hemos visto.

Por lo tanto, sólo nos queda hacer un llamamiento a nuestro sentido común y evitar estas situaciones.

No olvidemos que estamos en diciembre, mes muy festivo y de salidas nocturnas. Para que el cóctel no sea explosivo dos conceptos importantísimos: responsabilidad y sentido común.

Nos vemos el año que viene.

Asesoría de prevención

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