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Movimiento para vivir más: lecciones de las ‘zonas azules’ para el trabajo y la longevidad

¿Qué tienen en común Okinawa (Japón) y Cerdeña (Italia)?

blue zones

Si miramos el mapa de la longevidad mundial, hay cinco puntos que brillan con luz propia: las llamadas «Zonas Azules». Lugares como Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia) o la península de Nicoya (Costa Rica) concentran el mayor número de centenarios saludables del planeta.

¿Qué están haciendo bien?

Investigadores como Dan Buettner han identificado que no es solo una cuestión de suerte genética. Estas poblaciones comparten un estilo de vida muy concreto: una alimentación basada en plantas, estrategias para reducir el estrés, un fuerte sentido de propósito vital (“ikigai” en japonés) y redes sociales sólidas (no hablamos de Instagram ni Tik Tok). Pero hay un factor clave que a menudo pasamos por alto en nuestra sociedad moderna: el movimiento natural.

En estas zonas nadie hace «crossfit» ni corre en cintas de gimnasio. Simplemente, su entorno les obliga a moverse constantemente. Cuidan el huerto, caminan para todo suben cuestas o tienen trabajos moderadamente físicos. No separan «la hora de entrenar» de «la hora de vivir»; el movimiento está integrado en su día a día.

estudios de Katzmarzyk

El problema de la oficina: el «sedentario activo»

Aquí es donde chocamos con nuestra realidad laboral. La evidencia científica actual, como los estudios de Katzmarzyk, nos advierte sobre el peligro del sedentarismo prolongado. Estar ocho horas sentado en la oficina es un factor de riesgo para la salud metabólica y cardiovascular, incluso si luego vamos una hora al gimnasio.

Es lo que llamamos el «sedentario activo». Como vemos en el gráfico, la zona roja (alto riesgo) se mantiene si pasamos muchas horas sentados, aunque hagamos actividad física moderada. Nuestro cuerpo no está diseñado para la inmovilidad de la silla, y pasar tanto tiempo estáticos anula parte de los beneficios del deporte.

La solución: Diseñar nuestra propia Zona Azul

Como no podemos trasladar la oficina a una montaña de Cerdeña, la estrategia más inteligente es modificar nuestro entorno laboral. Aquí entran en juego las pausas activas.

No se trata de sudar en el trabajo, sino de interrumpir la inmovilidad. La literatura científica, incluyendo los trabajos de Lars L. Andersen, respalda que realizar micro-dosis de ejercicio (de fuerza, movilidad o estiramientos) durante la jornada es suficiente para «resetear» el cuerpo. Estas intervenciones reducen el dolor musculoesquelético, mejoran la circulación y, lo más importante, replican ese patrón de actividad constante de las personas centenarias.

La lección es clara: para vivir más y trabajar mejor, no necesitamos esfuerzos heroicos puntuales, sino integrar el movimiento en nuestra rutina.

La mejor postura es la que no se mantiene durante mucho tiempo.

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Bibliografía

  • Buettner, D., & Skemp, S. (2016). Blue zones: lessons from the world’s longest lived. American journal of lifestyle medicine, 10(5), 318-321.
  • Katzmarzyk, P. T., Powell, K. E., Jakicic, J. M., Troiano, R. P., Piercy, K., Tennant, B., & 2018 Physical Activity Guidelines Advisory Committee. (2019). Sedentary behavior and health: update from the 2018 physical activity guidelines advisory committee. Medicine and science in sports and exercise, 51(6), 1227.
  • Andersen, L. L., Saervoll, C. A., Mortensen, O. S., Poulsen, O. M., Hannerz, H., & Zebis, M. K. (2011). Effectiveness of small daily amounts of progressive resistance training for frequent neck/shoulder pain: randomised controlled trial. Pain®, 152(2), 440-446.

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