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Sueño y conducción: tu peor pesadilla.

El problema de base es que dormimos poco y mal. Valoramos escasamente un recurso natural que puede salvarnos la vida en la carretera. Según los datos de la Sociedad Española del Sueño, descansamos una media de 6,8 horas cada noche y eso en el mejor de los casos, porque la Sociedad Española de Neurología afirma que un 30% de la población padece algún tipo de trastorno del sueño (el 4% de forma crónica). 

Todos esos problemas pueden acabar en tragedia porque provoca una somnolencia diurna que se agrava si se consumen drogas o alcohol o cierto tipo de medicamentos. 

El riesgo de sufrir un siniestro de tráfico de un conductor que ha dormido cinco horas es cinco veces mayor al de una persona descansada. Si se combina sueño y alcohol ese riesgo se multiplica por 30. 

La influencia que la somnolencia ejerce sobre el cerebro de los conductores es demoledora. Por su culpa, la capacidad de respuesta y de concentración es baja, las maniobras se realizan de forma menos precisa, los reflejos se alteran y se conduce de forma más agresiva. “Pero, sobre todo, se reduce la percepción de riesgo, algo muy peligroso. Los siniestros viales se producen porque se toma una decisión incorrecta por una percepción de riesgo errónea”, asegura Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia y presidente de honor de la Fundación para la Seguridad Vial (FESVIAL). 

El siniestro vial típico provocado por el sueño es una salida de vía, que suele producirse de noche y en la que el conductor viaja solo e impacta contra un objeto. El resultado suele ser mortal porque la víctima no frena: estaba dormida. El conocido como accidente en solitario. 

Para prevenir este final, la tecnología ha acudido al rescate. Hoy en día ya tenemos Sistemas Avanzados de Ayuda a la Conducción (ADAS) obligatorios, como el frenado de emergencia, que tienen un impacto directo en la somnolencia al volante. 

La idea es seguir avanzando en esta línea, pero queda camino por recorrer. El protocolo de seguridad EuroNCAP estudia que, ante la detección de síntomas de un estado adverso para la conducción, en este caso el sueño, el vehículo intervenga directamente, por ejemplo, aumentando la sensibilidad de otros sistemas ADAS, como podrían ser los relacionados con el mantenimiento del vehículo en el carril. Pero ese futuro, en el que el coche pueda tomar decisiones en caso de que el conductor caiga dormido, aún está por llegar, e incluso cuando llegue los expertos tienen claro que esta batalla contra el sueño en la conducción no se va a ganar únicamente con tecnología. 

Pocos conductores saben que el sueño no sólo se anuncia con bostezos y cabezadas. Que la mente divague, revolverse inquieto en el asiento o no recordar lo que ha pasado en los últimos kilómetros son también síntomas de que estamos a punto de quedarnos dormidos. Pero, peor aún son todos aquellos que, aun siendo conscientes de que están a punto de dormirse, prefieren seguir al volante.  Según un estudio de Línea directa el 61% de los encuestados reconocía no descansar cada 200 km o 2 horas, como recomienda la DGT, y 1,5 millones trataba de vencer el cansancio y completar su ruta porque lo preferían a tomarse un descanso. Aunque esa parada podría salvarles la vida. 

Se debe incidir en la formación y la concienciación, explicando a los conductores lo que hay que hacer ante una situación de somnolencia al volante porque muchos de ellos utilizan conductas que no sirven de nada. Poner el aire acondicionado, escuchar música, abrir las ventanas, acelerar, hablar con el copiloto… Estas medidas no tienen ningún impacto si las comparamos con lo que sí se debería hacer, que es parar y descansar o dejar que conduzca otra persona¿TAN DIFICIL ES ALGO TAN SENCILLO? 

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