
El 11 y 12 de mayo se celebran en Bilbao las finales de la European Rugby Champions Cup y de la European Rugby Challenge Cup. Tendrán lugar en el estadio de San Mamés, que se convertirá en el epicentro del rugby mundial al esperarse decenas de miles de aficionados de varios países con una tradición enorme en un deporte que transmite unos valores muy positivos. El rugby es una modalidad con mucho arraigo en el País Vasco, con cuatro equipos vascos en la élite (Gernika, Getxo, Ordizia y Hernani), bastantes más más en la División de Honor B y un importante número de clubes y cantera en las categorías inferiores. Es un hecho que su crecimiento en los últimos tiempos es una buena noticia, con cada vez más afición y practicantes. Y las finales de mayo ayudarán aún más. El rugby es un bello deporte de equipo jugado en todo el mundo por hombres y mujeres, y también por muchos niños y niñas. El deporte del balón oval observa cómo cada vez más adeptos se apuntan a esta modalidad. Y es que más de tres millones de personas de entre 6 y 60 años practican un juego con unos valores cada vez más reconocidos. La variedad de habilidades y particularidades físicas que se precisan para el juego del rugby otorgan una oportunidad a personas de distintas alturas, tamaño, peso y habilidad para tomar parte en todos los niveles. El rugby vasco edifica el trabajo en grupo, la cooperación, el esfuerzo y el respeto por los compañeros. Las amistades también se moldean a través de esta modalidad. Y esto es debido a que existe gran compañerismo, a pesar de la fuerte pugna y el contacto, antes y después de los encuentros. En unos tiempos en los que muchas de las cualidades y actitudes deportivas tradicionales van despareciendo poco a poco, el rugby se erige orgulloso de su capacidad para conservar los niveles de deportividad y de la conducta ética. La familia del rugby vasco tiene un apasionado entusiasmo por su juego, porque el deporte oval genera emociones y sentido de pertenencia a esta especialidad. El rugby dota de ese espíritu que deriva en amistades que perduran toda la vida. La camaradería y la lealtad al compañero, al adversario y al árbitro son esenciales y tónica general. La integridad es básica para la estructura del rugby y se genera mediante la honestidad y el juego limpio. La disciplina es una parte fundamental de este juego, tanto dentro como fuera de la cancha y está reflejada en el seguimiento a las leyes y valores. Después de los partidos, se celebra el llamado tercer tiempo, en un ambiente lúdico, con el objetivo de fomentar la socialización de los participantes, de crear compañerismo y amistad y de incluir a las familias en la actividad y en el club. Este famoso tercer tiempo, celebrado en todos los campos vascos, es un homenaje al adversario sin el cual no se podría haber disfrutado de ochenta minutos de un deporte tan noble.
El espíritu deportivo es cualidad de un deporte especial que se traslada en nuestro entorno. El rugby es un deporte inclusivo donde todo el que toma parte en él es importante para el conjunto: el alto, el bajo, el fuerte, el menos fuerte, los gordos, el delgado, el rápido, el más lento… Cada vez más niños y niñas lo practican en nuestro territorio. Y se enganchan por combinar el aspecto deportivo y el social. Se genera así una atmósfera noble en un juego colectivo, con mucho contacto, con unas altas exigencias en cuanto a fuerza, en cuanto a potencia, resistencia y velocidad, y con unas exigencias técnicas, tácticas y estratégicas. En el País Vasco el rugby está muy arraigado, con equipos como el Getxo, Gernika, Ordizia, Hernani, Uribealdea, Bilbao, Durango, Bera Bera, Eibar, Zarautz, Gaztedi… Pronto llega su gran fiesta mundial. Y será en Bilbao.

